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20 nov 2011

ELOGIO DE LA DIFICULTAD


Amor a la dificultad


La pobreza y la impotencia de la imaginación nunca se manifiesta de una manera tan clara
como cuando se trata de imaginar la felicidad. Entonces comenzamos a inventar paraísos, islas
afortunadas, países de cucaña. Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin
muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una
eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente
inexistentes.
Todas estas fantasías serían inocentes e inocuas, sino fuera porque constituyen el modelo de
nuestros anhelos en la vida práctica.
Aquí mismo en los proyectos de la existencia cotidiana, más acá del reino de las mentiras
eternas, introducimos también el ideal tonto de la seguridad garantizada; de las
reconciliaciones totales; de las soluciones definitivas.
Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no
seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos:
que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos, como en la forma
misma de desear. Deseamos mal.
En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule
nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin
peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En vez de
desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer
efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de satisfacción, una monstruosa salacuna
de abundancia pasivamente recibida.
En lugar de desear una filosofía llena de incógnitas y preguntas abiertas, queremos poseer una
doctrina global, capaz de dar cuenta de todo, revelada por espíritus que nunca han existido o
por caudillos que desgraciadamente sí han existido.
Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro
pecado es que anhelamos regresar a él.
Desconfiemos de las mañanas radiantes en las que se inicia un reino milenario. Son muy
conocidos en la historia, desde la Antigüedad hasta hoy, los horrores a los que pueden y suelen
entregarse los partidos provistos de una verdad y de una meta absolutas, las iglesias cuyos
miembros han sido alcanzados por la gracia –por la desgracia– de alguna revelación. El estudio
de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la
idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que
procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran
inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal,
que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación
totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza
dañada o bien máscaras de malignos propósitos.

Carlos Mena Rz.

+ PARA TI, EN DONDE ESTÉS +




+ PARA TI, EN DONDE ESTÉS + 



Hola Corazón, Te escribo estas líneas esperando que todo vaya bien en tu vida donde quiera que te encuentres. Yo estoy muy bien, pero sigo extrañándote. Sí, ya sé que ha pasado mucho tiempo, pero aún así no puedo evitarlo, es un sentimiento más fuerte que yo lo que hace imposible olvidar. Espero que nunca sientas algo parecido, pues duele mucho extrañar y esperar a alguien que no vendrá jamás. Fue muy hermoso lo que vivimos, tan hermoso, que olvidamos poner un alto a todo lo que pasaba, aún sabiendo que por muchas razones ese castillo que construimos en el aire, jamás llegaría a hacerse realidad. Tal vez yo debí tomar la iniciativa y poner un alto a todo, pero no lo hice... Quizás debiste ser tú, pero tampoco lo hiciste... Sí, ya sé que de otro modo nada sería posible. Recuerdo como esperaba cada día con ansiedad a esa persona que me regalaba tantos momentos agradables y felices, aunque sólo estuviste tras un monitor. Gracias por tantos detalles, gracias por las flores, por tus palabras, por tu tiempo y tu cariño. Quizás tú te arrepientas de lo que pasamos. Yo en lo personal, no quiero y no podría arrepentirme nunca porque tú si supiste hacerme sentir especial, supiste hacerme muy feliz… Espero haberte escuchado cada que necesitaste hablar, ojalá haya logrado arrancarte una sonrisa alguna vez que te sentías triste, los te quiero que escuchaste de mí, te los dije con el corazón... Espero así los hayas sentido. Sí, cometimos muchos errores, pero no sientas culpa alguna por absolutamente nada, pues para mí es más importante todo lo hermoso que tenemos para recordar que cualquier cosa que haya resultado al final. Desearía que lo poco o casi nada que alguna vez te di haya dejado para ti algún lindo recuerdo, no importa que fuera el más mínimo de tus recuerdos... Si por azares de la vida llegaras a leer esto y te das cuenta que tú no me extrañaste o que me olvidaste muy pronto, no te sientas mal... Yo sé que en su momento si me quisiste, si tuviera alguna pequeña duda de que puedo equivocarme no estaría escribiendo esto… Algún día estaré por ahí, en algún lugar recordando nuestra breve historia, misma que nació y murió tras este mismo monitor en el cual ahora repaso uno a uno los recuerdos que me regalaste… Alguna vez me dijiste que siempre estarías aquí para mí, y no mentiste, pues aún que ya no sé nada de ti, sigues estando conmigo... Grabado en mi memoria. Que Dios te cuide siempre mi Bandolera.

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